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Productores tamberos prevén otro año con números en rojo

Si bien el sector lechero cerró 2017 con un leve repunte en el precio que recibieron los productores por su materia prima, hay varias luces de alerta que siguen encendidas de cara a un año en donde todo indica que no habrá demasiados cambios para esta cadena de valor.

Por segundo año consecutivo, la producción sigue en caída libre y el año anterior cerró por debajo de los 9.500 millones de litros. Más allá de las incidencias del clima que sin dudas pegaron de lleno en los tambos, no se perciben desde la subsecretaría de Lechería nacional, encabezada por Alejandro Sammartino, políticas en el mediano y largo plazo que realmente impulsen a los tambos argentinos.

Desde las entidades gremiales rurales advierten que la “producción permanece estancada, en una de las crisis más largas”. La cita pertenece a directivos de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) pero se escucha en más de un ámbito, con un Sammartino muy resistido en el off the record por directivos y productores, pero que por el momento sigue firme en su cargo.

En este sentido, la lechería argentina vive dos realidades. Por un lado, desde el ministerio de Agroindustria nacional, mientras el ministro Luis Miguel Etchevehere visita tambos con tecnología de punta, el subsecretario de Lechería declara que “la mirada del estado nacional sobre el sector sigue siendo hoy el de una lechería más grande, que genere más trabajo y que sea protagonista de los mercados globales”.

Por el lado de los productores, la película es completamente distinta: desde la asunción al poder de Cambiemos cerraron más de quinieentos tambos en todo el país, se pierden puestos de trabajo y la lechería está muy lejos de ser protagonista en los mercados globales. Este último punto es muy visible, y una de los problemas recurrentes de esta cadena de valor es que tiene las exportaciones planchadas, tanto por falta de precio como por inacción del gobierno.

Al referirse a los mercados externos para la lechería nacional, la cartera de Sammartino sigue sumergida en sus contradicciones. Sobre el cierre de 2017, el funcionario declaró con optimismo que “en los próximos años va a crecer con el aumento poblacional la demanda de productos lácteos en países emergentes como China, Brasil, Sudáfrica, Bangladesh, India, Rusia y también Argentina”. Y añadió que “ante esta realidad, la búsqueda de competitividad es la clave”

El precio de venta al público de la leche sí es “global”, y está en línea con el resto del planeta: de acuerdo a CRA es el segundo más caro del mundo. A esta situación se llega por la falta de transparencia en la cadena de comercialización, problema crónico para este eslabón. En este sentido, el precio alto se concentra en la intermediación, porque mientras los tamberos no llegan a cubrir sus costos de producción, los consumidores pagan un elevado precio en góndola. Como ejemplo, mientras un productor recibe un promedio (de acuerdo a la zona) de 6,50 pesos por litro, en cualquier supermercado el litro supera con holgura los 20 pesos.

En este punto es realmente difícil entender el elevado precio que pagan los consumidores por los productos elaborados en base a lácteos. Si bien ha bajado el volumen, no disminuyeron de una manera brusca como para ocasionar faltantes en los stocks, no existe una presión de la demanda que genere subas en los precios, y además queda resto para generar saldos exportables.

De esta manera, y sin mostrar signos inmediatos de recuperación, los productores lácteos argentinos enfrentan un escenario de bajos precios, elevada presión impositiva y fuertes asimetrías entre industria y producción, que permiten presagiar otro año en donde la lechería seguirá con sus números en rojo.

Fuente: edairynews.com