Campo

El campo, con camino abierto para ser protagonista

Pasó el G-20 y, con él, un saldo a favor para la Argentina no solo por el éxito de su organización y las decenas de reuniones que se sucedieron en su marco que permitieron avanzar en acuerdos comerciales, sino porque dejó sobre escena a la Argentina parada ante el mundo.

Un mundo donde se mezclan acciones proteccionistas con el libre comercio. Con desafíos y oportunidades.

Para el sector agroindustrial, la inclusión de varios artículos en la declaración de los líderes del G-20, que rozan su actividad, es un logro desde varios puntos de vista.

Por un lado, ya desde el punto 2 el “futuro alimentario sostenible”, quedó entre los pilares en los que se concentraron los presidentes, además de otros como el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo y una perspectiva transversal de género en toda la agenda de los líderes. El ítem 11, después, dice en uno de sus tramos: “Impulsaremos el dinamismo en las zonas rurales y la agricultura sostenible, conscientes de la importancia del manejo sostenible de los suelos y de los recursos hídricos, que cuente con el aval individual de los países y teniendo en cuenta las necesidades específicas de las empresas agrícolas familiares y pequeñas”.

Además, en otra parte consigna: “Animamos el uso y el intercambio voluntarios de prácticas y tecnologías agrícolas tradicionales e innovadoras”. Incluso, en el punto 22 los líderes avanzan: “Reconocemos el rol de todas las fuentes de energía y las tecnologías de la matriz energética…”.

Sin duda, todo esto es lo que viene haciendo la Argentina con la siembra directa, donde es referente mundial, los trabajos que algunas firmas privadas y el mismo INTA están realizando con una tecnología como la edición génica -si bien no se precisó el nombre en el documento- o el desarrollo en las energías renovables.

La Argentina tuvo que ver con esta declaración final no solo por un trabajo propio en reuniones previas en el país. Fueron más de 50. Además, venía un ejercicio de intercambio con las otras naciones desde la anterior Cumbre del G-20 en Alemania. Una especie de carrera de postas que ahora deberá tener una continuidad en el próximo cónclave en Japón. También el ejercicio se dio en otros ámbitos.

El secretario de Gobierno de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, tuvo, por ejemplo, nueve reuniones bilaterales en la última edición de la Semana Verde Internacional de Berlín. Este año, en Jujuy se hizo el encuentro de los líderes científicos del G-20 (MACSG-20) y también se llevó adelante en Buenos Aires la reunión de los ministros de Agricultura del G-20.

“Hay un camino que nos lleva a lo científico, a lo técnico, a una actividad sostenible en lo social, ambiental y económico”, apunta el funcionario. Que todos estos aspectos hayan formado parte del documento lleva a la pregunta de para qué sirve o qué efectos prácticos vendrán. ¿Y si algunos ítems se usan después para levantar barreras paraarancelarias en mercados compradores?

Quienes desde el sector privado estuvieron ligados al proceso o participaron de encuentros que se dieron en los últimos días destacan lo positivo. Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), remarca que todo haya ido quedando en documentos, en encuentros que se dieron para el sector privado en el marco del B-20 y que sirvieron para trabajar sobre el concepto del futuro alimentario sostenible.

“Hay una mirada a futuro de lo que es valorado por los presidentes. Es muy importante que haya quedado en el espíritu general porque estamos hablando de multilateralismo y para nosotros es bueno. El mundo se va haciendo de relaciones internacionales que surgen de estos intercambios”, señala el presidente de la Rural. En ese tren, esta entidad estuvo participando de un encuentro con funcionarios holandeses y con empresarios rusos, entre ellos, de firmas del agro.

“Lo sustentable es muy importante, marca un cambio cualitativo, hacia dónde se dirigen los gobiernos y el consumidor se va haciendo global”, analiza Horacio Busanello, un consultor que no deja de poner la atención en una agenda de Europa cada vez más restrictiva para aceptar la vuelta de registraciones de agroquímicos. Desafíos y oportunidades para una Argentina con herramientas para ser protagonista.

Por Fernando Bertello