Campo

Con un pan abajo del brazo

El 2019 viene con un pan abajo del brazo. Se está concretando la tan esperada cosecha récord de trigo, con un dato llamativo: mientras las estimaciones hablan de una leve caída respecto a lo que se esperaba hace un mes, la realidad es que donde entran las corta y trilla sale más trigo del que se esperaba.

Veremos si las lluvias de estos días lavaron algo los lotes al sur del meridiano de la ruta 5, donde también pegaron algo las heladas tardías. Pero el dato es que andaremos por las 19,5 a 20 millones de toneladas.

Encima, con precios sorprendentemente elevados, contradiciendo la tendencia natural en tiempos de cosecha. El ritmo de ventas (y compras, por supuesto) ha sido intenso y ya se colocó más de la mitad de la producción. En términos brutos, sumando demanda interna y exportación, el valor de la cosecha supera los 4 mil millones de dólares. Dos tercios (3.000 millones) son divisas contantes y sonantes.

Para tener una idea de lo que significa, basta remontarse al 2015, cuando los embarques no alcanzaron los mil millones. Decían por entonces en Agricultura que la baja del trigo se había compensado con el aumento de la cebada, que había llegado a 3 millones de toneladas. Bueno, este año la cosecha de cebada será de 4 millones, en este caso totalmente destinada a la exportación. Son otros 800 millones de dólares. Así que entre los dos cereales de invierno estaremos cerca de los 4.000 millones, y sin comprometer la mesa (ni la barra) de los argentinos.

Este resultado es consecuencia de las buenas expectativas con la que se encaró la siembra. Había “precio lleno”, tras la eliminación de las retenciones dispuesta por el presidente Macri como primera medida de su gobierno, en diciembre de 2015. Además, la exitosa salida del cepo y la consiguiente unificación cambiaria, mejoraron sustancialmente la ecuación. La relación insumo/producto fue una de las más favorables de la historia, estimulando el uso de tecnología.

La mejor expresión de esto fue el aumento sustancial del uso de fertilizantes, el insumo más castigado cuando el dólar se desdobla. En 2015, el último año de la era K, hacían falta más de 10 kilos de trigo para pagar una unidad de abono. Ahora alcanza con 3kg. Consecuencia: los productores buscaron las semillas de mayor potencial, que son las que responden mejor al fertilizante. Esto se pagó en rinde y en calidad. Se pensaba que las variedades de germoplasma francés, de alto potencial de rendimiento, tenían problemas de calidad. Este año se demostró palmariamente que lo que faltaba era comida.

El precio del trigo aún ofrece resultados más que positivos
Así que tenemos rinde, calidad y encima precio. Igual, en rindes estamos todavía lejos de la vieja Europa, lo que es un desafío interesante. Tenemos la genética y encima la promesa del ya famoso evento de tolerancia a la sequía, que estará disponible más pronto que tarde.

Ahora vamos por la gruesa. Las mismas lluvias de fin de ciclo para el trigo, le caen justo al maíz temprano, en plena formación del grano. Y vienen bárbaro para la soja ya sembrada y la que se está sembrando a toda velocidad sobre trigo. También al maíz tardío, el gran boom de los últimos años, cuando la transgénesis permitió incorporar eventos de tolerancia a insectos como el barrenador, que antes diezmaban los cultivos. Los precios no ayudan, pero el volumen va a compensar. Para el gobierno, habrá un interesante flujo de divisas, más la captura de un 10% de la cosecha a través de las retenciones.

Esto, en materia agrícola. El otro tema muy meneado en el 2018 es el “boom ganadero”, que por ahora se resume al aumento de las exportaciones a China. Todo bien. Pero habrá que estar muy atentos, porque los compromisos firmados por el gobierno argentino en materia sanitaria no son fáciles de cumplir. Y con esto no se juega.

¡Feliz 2019 !

Por Héctor Hurgo