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Luis Sissara dejó su huella en Progreso

El reconocido artesano, conocido en la zona por ser el autor del Cristo de la Hermandad, llegó hasta la localidad para inmortalizar una nueva obra en la Plaza Los Colonizadores. “La idea del tren tuvo un doble propósito: mantener lo más posible la forma original del tronco y la ubicación, de modo que recuerde al árbol y servir para que los más pequeños se acerquen a trepar, sin peligros”.

Esta es la historia de uno de los árboles más corpulentos y emblemáticos de nuestra plaza. Aunque todos lo conocimos como “eucalipto medicinal”, en realidad su contenido de eucaliptol (sustancia medicinal) es bajo comparado con otras especies de eucalipto. El nombre común más conocido es “eucalipto dólar”, “manzano de Argyle” o “eucalipto azul”, mientras que Eucalyptus cinerea es el nombre científico.

Su edad es fácilmente estimada si consideramos que nuestra plaza fue reforestada en los años 58 -60, siguiendo el diseño de la Sra. Emilia O. de Lang. Todos los árboles se extrajeron en aquel momento, menos el ciprés que interrumpe la vereda perimetral y el retoño del pino de San Lorenzo. Por ello, el eucalipto tendría, como máximo, 60 años de edad. Su follaje gris y su aroma lo hacían fácilmente reconocible por todos, hasta por los más pequeños.

Este árbol fue herido por un rayo en agosto de 2014. En ese momento, la corteza estalló a más de 30 metros y la parte superior de la copa se notaba visiblemente quemada. Además, al desprenderse la corteza, dejó a la vista una vieja y grande herida en el tronco, ya cicatrizada. Tal vez otro rayo lo había alcanzado antes o había sufrido alguna enfermedad.

¿Se secará? Era la pregunta de muchos. Y se fue deteriorando de a poco, menos hojas, más ramas secas. Hasta que una tormenta lo dio a tierra en noviembre del año pasado. Seguramente sus raíces también se afectaron y ya no pudieron sostener su robusto tronco. Aquella mañana de noviembre todos lamentaron con pena ver al gigante caído.

Se cortaron las ramas, se retiraron y allí quedó el enorme tronco, a la espera de su destino.

¿Qué hacer con él? Sacarlo no era tarea sencilla, tal vez aprovecharlo para hacer algo… ¿Un banco, una escultura?. Luego de buscar bastante, se pudo localizar a un artesano, Luis Sissara, conocido en la zona por ser el autor del Cristo de la Hermandad. Surgieron varias opciones y finalmente se optó por hacer un trencito, algo totalmente nuevo y diferente para el escultor, que nunca estuvo muy convencido, pero aceptó el pedido.

La idea del tren tuvo un doble propósito: mantener lo más posible la forma original del tronco y la ubicación, de modo que recuerde al árbol y servir para que los más pequeños curioseen y se acerquen a trepar, sin peligros. Varias semanas estuvo con nosotros Luis, transformando el tronco caído en un simpático tren, con la ayuda de empleados, la compañía de curiosos, la visita de conocidos y la espera ansiosa de los más pequeños.

Y esta es la historia del trencito de la plaza, el gran árbol que tuvo la mala suerte de sufrir el impacto de un rayo y la fortuna de quedarse por siempre en nuestra querida plaza y seguramente en el recuerdo de cada niño de Progreso.

Por Ing. Agr. Verónica Kern