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Educar en tiempos de pandemia: la EESOPI N° 8161 de Santa Clara hizo su balance

La directora de la EESOPI 8161 “Mariano Moreno” de Santa Clara de Buena Vista, Patricia Miretti, realizó un balance de lo desarrollado por la institución durante la pandemia.

La educación debería ser el pilar de toda sociedad que piense en el progreso y desarrollo de quienes la componen. Desde hace muchos años, en el país, aquellos que llevan la vocación como estandarte no son reconocidos y muchas veces, incluso, son puestos en un lugar de cierto desprecio.

La pandemia arrasó creencias y prejuicios, puso en evidencia las falencias y potenció las virtudes de un mismo sistema educativo que se reinventó a la fuerza.

Los contextos, así como también las dificultades para desarrollar las clases, varían dependiendo las edades, las formas y los contenidos. En Santa Clara de Buena Vista, un pueblo de alrededor de cuatro mil habitantes, ubicado a 80 kilómetros de Santa Fe Capital, se levanta la Escuela de Educación Secundaria Orientada Particular Mariano Moreno.

Su directora, Patricia Miretti, realizó un balance de lo realizado hasta el momento y se imagina un futuro inmediato donde las clases virtuales y presenciales puedan convivir.
Con el mismo tiempo, compromiso y responsabilidad que asume su rol docente, Miretti respondió una a una las consultas de “Mirador Provincial”, dejando en claro que lo hecho hasta el momento, no sería posible sin la comunión entre profesores y alumnos.

– ¿Cuáles fueron las primeras medidas que se tomaron académicamente en el comienzo de la pandemia?

-La verdad que esta pandemia nos sorprendió a todos. En un primer momento intentamos seguir como si nada estuviera pasando. Seguimos trabajando de la misma manera, algo que nos implicaba mandar contenidos de las distintas áreas todos los días y eso hizo que los chicos empezaran a no entender mucho, a que se generara mucha confusión.

– ¿Cómo fue la planificación sin saber a ciencia exacta el tiempo sobre el que tenían que planificar?

-El no poder planificar, armar una estructura, nos desbordó. No estaba bueno lo que estábamos haciendo, los chicos y nosotros estábamos desmoralizados, cansados. Como docentes estábamos frustrados porque sentíamos que no le estábamos llegando a los chicos y estábamos perdiendo el vínculo. Por todo esto, en abril paramos la pelota y empezamos a pensar qué era lo que realmente queríamos todos.

– ¿Cómo siguieron a partir de eso?

-A una profe se le ocurrió trabajar por proyectos, algo que en su momento lo habíamos intentando en la presencialidad, pero por distintas razones no lo habíamos podido lograr. La virtualidad nos daba esa posibilidad y surgieron dos proyectos en paralelo. Uno, el material concreto de lectura y de trabajo. Allí, con una profe de lengua fuimos a la escuela, con protocolo mediante, e hicimos una selección de todos los libros que teníamos en la biblioteca pensando en la singularidad de cada alumno. Eso nos llevó una semana aproximadamente. A su vez, hicimos contacto con el INTA (NdR: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) para conseguir semillas, porque la idea era que al chico le llegue un libro y una semilla para que haga una huerta familiar. Esto era para los chicos del ciclo básico que comprende primer y segundo año, mientras que, para el ciclo orientado, que va de tercero a quinto año, además del libro se les entregaban instrucciones para armar un compostaje familiar con los residuos que iban teniendo. Este proyecto ya lo tenemos en la escuela y los alumnos más grandes ya estaban al tanto. Desde ahí pensamos que iba a ser bastante más simple.

– ¿Con los meses transcurridos, qué evaluación hacen de todo lo realizado?

-Los proyectos empezaron a generar otro tipo de entusiasmo en los chicos. Todas las áreas mandaban actividades a través del proyecto. Lengua sobre algo del libro, Plástica sobre expresión artística, Biología sobre cómo iba la huerta. Cada profe también hacía su huerta o compostaje y lo compartía con los chicos.

Los ánimos empezaron a cambiar, estábamos más entusiasmados ellos y nosotros. Los chicos entendían cómo se enlazaban las áreas. Además de esto, tanto con primero como con segundo nos seguíamos comunicando por whatsapp, y con tercero, cuarto y quinto empezamos a usar Classroom, donde subimos las actividades y los chicos se adaptaron muy bien.

– ¿Quiénes sufrieron más el hecho de no poder estar en el aula, los docentes o los alumnos?

-Esto es muy subjetivo, pero creo que las dos partes. El docente por no poder estar ahí, por no poder ver cómo van aprendiendo los alumnos, y los chicos lo sufren porque el hecho de ir a la escuela para muchos era el anclaje. La desmotivación tiene que ver con eso, con que perdieron la conexión real con los demás, con sus amigos.

– ¿Es más complicado fijar conceptos a través de una plataforma digital?

-Con el paso de los días nos fuimos adaptando. Los encuentros por Meet, otra plataforma que usamos seguido, nos resolvió bastante. Nos encontramos, esclarecemos dudas, realizamos ruedas de convivencia. Nos fuimos adaptando a cada caso, porque muchos solo tienen whatsapp, otros no tienen computadora o tienen un celular que comparten con la familia, o bien, ese celular lo usan sus padres para trabajar.

– ¿Cómo ven el nivel de respuesta de los alumnos y las alumnas en cuanto a asistencia y entrega de trabajos?

-En cuanto a las entregas de trabajo y asistencia son variados. Nosotros realizamos un relevamiento la semana pasada y perdimos contacto con once alumnos. Esto quiere decir que no solo no entregan los trabajos, sino que no contestan los llamados ni los mensajes. Sabemos que muchos de ellos comenzaron a trabajar. Ahora lo que vamos a hacer es tratar de comunicarnos con los adultos responsables de esos jóvenes para invitarlos a ellos para que los acompañen un poco más y retomen en la última parte del año. Por otra parte, hay alumnos que están trabajando muy bien y exigen que les mandemos más actividades, y otros que están en la mitad, que hacen lo justo y necesario, que cumplen con lo que tienen que cumplir y nada más.

– ¿Cuáles son los objetivos académicos para este último trimestre?

-Para este último trimestre buscamos afianzar un poco más lo que son los contenidos. Cada materia creó su propia aula por Classroom, hicimos una reunión con los padres de los alumnos de primero y segundo porque ellos también van a trabajar por Classroom ahora. Cada materia tiene su aula virtual y va a ir subiendo contenidos prioritarios que vamos a necesitar sí o sí para desarrollar el año que viene. Entonces a través de esos NAP (Núcleo de Aprendizaje Prioritario), realizamos un cronograma en el que una semana se entregan las actividades y en la siguiente se realiza un encuentro por Meet para charlar sobre lo realizado y esclarecer dudas.

– ¿Consideran que a partir de esto se pueden cambiar los métodos de evaluación y pasar a un marco conceptual y no tanto a lo numérico del 1 a 10?

– El nivel secundario en general necesita una revisión profunda. La pandemia nos puso a pensar en qué escuela es la que queremos, con que métodos evaluativos la pensamos. Esto de no tener calificaciones nos abrió la mente sobre cuántas cosas se pueden valorar en un trabajo de un alumno, que no lo encasillemos en un número. Rescato esto de esta pandemia, estuvo bueno evaluar distinto, sin número, después habría que preguntarles a ellos sobre qué sienten sin esta categorización del 1 al 10.

¿Se puede pensar en una educación en la que convivan salas virtuales y presenciales?

-Lo de lo digital llegó para quedarse. Pensamos en trabajar a la par por más que volvamos a lo presencial. Tener las aulas de Classroom para subir material de lectura y para profundizar tareas. El alumno es muy digital, es una herramienta muy importante, ya que aprendimos a usarlas, no queremos desterrarlas. Queremos que en la escuela se trabaje desde los dos lugares.

– ¿Cómo imaginan el regreso a las aulas una vez que esté permitido?

-Me imagino un regreso complejo. Muy complicado, por lo mencionado anteriormente sobre los alumnos que se desvincularon y para ver qué pasa con el resto del alumnado, cómo profundizar lo trabajado, los nuevos contenidos. De todas maneras, yo me preguntaría si realmente se volverá a los presencial.

Reflexiva. Honesta. Sin dobleces. Así en el aula como en las respuestas, Patricia Miretti dejó en claro que el camino recorrido es, apenas, el comienzo de lo que se viene, porque como dicen: “La educación no cambia al mundo, sino que cambia a las personas que van a cambiar al mundo”. Así, reinventándose, asumiendo responsabilidades, dando muestras de vocación, de amor, de convicción y trabajo conjunto. Así atraviesan los días en la EESOPI Mariano Moreno de Santa Clara de Buena Vista, porque cuando los vínculos son fuertes, no hay pandemia que se pueda interponer.

 

Por Daniel Domínguez