Campo

Salvo en un punto, no esperan cambios importantes en las políticas del Gobierno para el campo

Analistas estiman que seguirían las limitaciones a las exportaciones, como en el caso de la carne vacuna. En cambio, observan que podría reducirse la brecha cambiaria si el Gobierno presenta un plan económico confiable.

 

La derrota del oficialismo nacional en las elecciones legislativas no abre perspectivas de modificaciones en las políticas específicas para el campo. El único punto en el que los especialistas estiman que podría haber una mejora es en la brecha cambiaria si, efectivamente, se presenta un plan certero. En cambio, no proyectan cambios en retenciones ni en restricciones a las exportaciones.

David Miazzo, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), entiende que las principales decisiones que afectan negativamente al campo están impactadas por la necesidad “económica” que tiene el Gobierno, sean en retenciones por el lado fiscal como cierres a exportaciones y precios máximos, por el lado de la presión inflacionaria.

“Ambas van a seguir estando más allá de los resultados, los problemas continúan existiendo y siendo graves -agrega-. El único punto derivado de la elección que podría significar algún cambio es que el Gobierno esté más obligado a moderarse para avanzar hacia el 2023 y eso implique un plan económico que signifique menos déficit y menos emisión. Aun así está latente el riesgo de que puedan empeorar medidas que alcanzan al campo”.

Desde lo político, el economista señala que los resultados de la elección le indican al Gobierno que “no debería radicalizarse; el camino para sumar sería desde un camino más racional. No tendría mucha lógica tomar una posición de más tensión” con el campo.

Juan Manuel Garzón, economista del Ieral, sostiene que podría haber alguna respuesta desde la macro ya que el resultado electoral “le acorta los tiempos, acelera ciertas decisiones que ya debería haber tomado, como el inicio de la normalización del frente cambiario, fiscal y financiero, todo vinculado”.

Insiste en que la brecha cambiaria está “muy alta, debe reducirla. Difícilmente el FMI acepte un programa con desequilibrios de esa magnitud”. Es un punto clave para los exportadores y para el sector agropecuario.

Sobre las retenciones y restricciones a las exportaciones, Garzón no estima que habrá modificaciones aunque entiende que en un Congreso más equilibrado hay un “límite” para seguir subiendo cargas. “Puede servir más para frenar que para dar marcha atrás”, grafica.

Para Jorge Ingaramo, ya venían existiendo “señales” hacia el sector agroproductivo, como el envío al Congreso del proyecto de ley agroindustrial “trabajado” con varias entidades y el “alivio” del cepo a las exportaciones de carne. “La menor presencia del cristinismo probablemente sea un aliciente a que se hagan políticas más racionales como parte de los acuerdos que propone (Sergio Massa)”, añade.

“El doble problema que hay es que hay que hablar con el FMI y garantizar la sustentabilidad fiscal -sostiene Ingaramo- con el ingreso de unos US$8300 millones anuales por retenciones y si no hay que pensar en un impuesto que lo sustituya. También está el problema cambiario; los exportadores en 10 meses liquidaron 66% más de dólares, pero trabajar con una brecha cambiaria del 100% no es incentivo. La voluntad puede estar, está, pero todo está supeditado a un acuerdo con el Fondo”.

Poca expectativa

El vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Gabriel de Raedemaeker, no espera tampoco cambios importantes. “Las decisiones que se podrían tomar deberían venir de la mano de muestras contundentes porque el campo ya no les cree -define-. Aun con acuerdos firmados, dicen cosas que no son. Un ejemplo es el cepo a las exportaciones de carne. ¿Cómo se puede pretender que el sector les crea? Intervenciones en los mercados de trigo, de maíz…deberíamos ir al sinceramiento del tipo de cambio, de liberación de restricciones…”.

Para el dirigente, son “tantas y tan fuertes” las decisiones que deberían tomarse que no cree que se avance en ese sentido. “Sería la única manera de que el sector productivo en general, el inversor, le hiciera un guiño al Gobierno al que hoy no se le cree”, sintetiza.

“No creo que cambie; están sesgados y no perdonan al campo desde la 125″, apunta Luis Macario, referente del clúster del maní. Respecto de las conductas de los productores, considera que son inelásticas en cuanto a las siembras y que si hay cambios podrían ser en la inversión en “fierros”.

“El kirchnerismo es hostil con el campo, perdieron el sentido común por el tema ideológico; no deberían oponerse a la mayor fuente de ingresos fiscales y dólares”, dice.

“Si bien las urnas le están dando un claro mensaje al Gobierno respecto a posicionamiento en temáticas ligadas a la agroindustria y macroeconomía, representado en la región centro, Buenos Aires, Mendoza, entre otras provincias, donde el resultado electoral fue más adverso, por otro lado difícilmente puedan revertir la imagen con ese votante y con esos sectores sociales, urbanos y productivos”, analiza el consultor Ramiro Farías.

Coincide en que el resultado puede servir para “poner un freno ante un posible avance de mayor presión impositiva y de restricciones cambiarias sobre los sectores productivos ligados al agro. También la necesidad de mayor diálogo y consenso a la hora de tomar decisiones para evitar un clima de conflictividad, cuando aún quedan dos años de mandato”.

 

Por Gabriela Origlia | La Nación