Localidades

Se cumplen 50 años del copamiento Montonero en San Jerónimo Norte

El hecho tuvo lugar el 1ro de junio del año 1971. En esta ocasión el pueblo fue sitiado por tres comandos Montoneros que lograron desplegarse con eficacia, robaron dinero del banco, fusiles de la comisaria, documentos del juzgado de paz, y otros elementos de la comuna.

Un día como hoy, pero del año 1971, el extremismo castroguevarista ya realizaba operaciones de envergadura, al punto que ocupar ciudades enteras como algo habitual entonces. En esa jornada una unidad de asalto de la organización judeomarxista castroguevarista Montoneros coparon la localidad de San Jerónimo Norte, Provincia de Santa Fe, poblado de 6.000 habitantes, mayoritariamente descendientes de suizos, situado a 39 kilómetros al oeste de la ciudad de Santa Fe, camino a Rafaela.


En la madrugada de aquel martes 1 de junio, tres jóvenes armados se presentaron en el garage de Roberto Domingo Esquivel, ubicado en Junín 3554, de la ciudad de Santa Fe y después de reducir al sereno, Mario Cosiani, sustrajeron tres vehículos allí estacionados, un Ford Falcon 1969 patente S000062, una camioneta Ford F-100 chapa S021599 y otro Ford Falcon verde nilo, patente S93555, en los que huyeron hacia el sur, llevándose como rehén al cuidador, al que previamente maniataron y vendaron los ojos.


A las 2:30 AM, un segundo grupo detuvo en plena ruta, cerca de San Jerónimo Norte, a Enrique Pérez, un empleado de la telefónica ENTEL, de 47 años de edad, domiciliado en Moreno 269, de aquella localidad, cuando regresaba de San Carlos Centro, donde había ido a cumplir un encargo. Los asaltantes lo despojaron del furgón Citroën de la empresa y luego de atarlo, lo abandonaron a un costado de la ruta, en medio de la noche helada.


Media hora después, un total de veinticinco extremistas irrumpieron por la Ruta 19, divididos en tres pelotones, el denominado “Eva Perón”, que se apoderó del Juzgado de Paz y la Municipalidad, el denominado “Ramus” hizo lo propio en la contigua Comisaría, y el denominado “Abal Medina” se dirigió a la sucursal del Banco de la Provincia de Santa Fe, los tres en un movimiento perfectamente sincronizado, que no llevó más de veinte minutos.


En esta ocasión, los Montoneros actuaron con más brutalidad que de costumbre, sometiendo a sus víctimas a tratos crueles y humillantes. Al irrumpir en la Comisaría, los atacantes redujeron al subayudante César Rómulo Cerigione, quien cubría el turno como oficial de guardia, al cabo Ignacio Clausen y al soldado conscripto Humberto Zenclussen, a cargo del armamento del Tiro Federal que allí se guardaba.


Los primeros en ingresar fueron una pareja joven que se presentó para radicar una denuncia por robo, hecho que, según manifestaron había ocurrido en la ruta. Cuando Cerigione les abrió, varios desconocidos irrumpieron apuntando con sus armas, algunos encapuchados, otros a cara descubierta. Los efectivos alzaron sus manos y permanecieron quietos mientras los asaltantes procedían a registrarlos. Cerigione fue brutalmente golpeado para que entregase las llaves del Banco y como no las tenía, le colocaron una soga al cuello y se lo llevaron prácticamente a la rastra, hasta el domicilio del contador, Antonio Jordan, de 41 años.


Mientras el grupo “Eva Perón” intentaba ingresar en el Juzgado y la Municipalidad, los subversivos sacaron a Jordán junto a su mujer y su pequeña hija y los condujeron hasta la sucursal bancaria en tanto otros extremistas hacían lo propio en las viviendas de los empleados Hugo Grasser y Roberto Colbrener.


Jordán le entregó las llaves al jefe del operativo (quien llevaba puestos guantes) en tanto una mujer le apuntaba amenazadoramente con una ametralladora Halcón. De esa manera, abrieron las cajas fuertes y se apoderaron de 82.440 $ Ley 18.188, amenazando a los rehenes con tomar represalias si se movían de ahí.


A escasos metros del lugar, tres extremistas treparon al poste 174 de la línea telefónica y cortaron los cables, dejando incomunicada a toda la población. Luego, al dirigirse a las oficinas de la empresa, intentaron ingresar para destruir los equipos pero el encargado, cuya casa se hallaba pegada al local, lo evitó, manteniendo su puerta atrancada. Para entonces, los asaltantes de la Municipalidad se habían apoderado de numerosos sellos, planillas y documentos, entre ellos varios registros automotores e incluso un teodolito, que sería utilizado en el futuro para obtener los ángulos y las distancias de los objetivos a atacar.


Finalizada la incursión en el Banco, el jefe del operativo se comunicó a través de la radio y les ordenó a los efectivos que ocupaban la comisaría, evacuarla inmediatamente. Los extremistas encerraron en los calabozos a los agentes, al sereno que habían traído desde Santa Fe y a un vecino que pasó por el lugar y a las 5:20 AM se retiraron, llevándose consigo 26 fusiles, propiedad del Tiro Federal, una pistola ametralladora PAM, municiones y documentos, advirtiendo previamente a los prisioneros, que habían dejado bombas activadas y que las mismas iban a estallar en pocos minutos.


Quiso el destino, que justo en ese momento, un vecino que circulaba por las afueras de la localidad advirtiera la huida de los extraños al tiempo que esparcían clavos miguelitos sobre el asfalto y que, alarmado, diera aviso a la policía de Esperanza desde un teléfono rutero. Sin perder tiempo, los agentes de la mencionada población intentaron comunicarse con la seccional de San Jerónimo Norte y al no obtener respuesta, ni en la dependencia ni en la central telefónica, el comisario local pasó la información al cuartel central de la fuerza, en Santa Fe y se trasladó hacia el poblado, a efectos de constatar lo que sucedía.


Mientras tanto, en la comisaría de San Jerónimo Norte, los prisioneros lograron aflojar un ladrillo y practicar un boquete, demostrando con ello que las celdas no eran demasiado seguras.


Al llegar a la localidad, el comisario de Esperanza pudo constatar que, efectivamente, se había producido una incursión extremista al notar las pintadas alusivas en las paredes de la Municipalidad, el Juzgado y la Comisaría. Seguido por sus agentes, ingresó en la dependencia policial y procedió a liberar a los cautivos, quienes aún pugnaban por salir de la celda. Minutos después, se apersonaron el jefe del departamento de Las Colonias, inspector mayor Félix Pallavidini, el jefe zonal, inspector general Elbio Crespo, el subgerente del Banco de la Provincia de Santa Fe, Pablo Ricardo Bay y el gerente departamental de Inspección de la entidad, Amado Botero, así como los primeros representantes de la prensa.


De esa manera, pudieron constatar el corte de las líneas telefónicas, el frustrado intento de asalto a las oficinas de ENTEL, el robo en la sucursal bancaria y los malos tratos a los que habían sido sometidos el subayudante Cerigione y el contador Jordán con su familia, además de las lesiones que se había provocado el sereno Cosiani, al intentar salir del encierro.


El inspector mayor Pallavidini fue quien brindó a la prensa los pormenores del copamiento y confirmó el hallazgo de tres de los vehículos utilizados por los atacantes, a saberse, la Pick-Up F-100 patente S021599, otra marca Chevrolet Súper, color crema, chapa S028807 y el Ford Falcon verde patente S93555. Un cuarto vehículo fue descubierto unas horas después, en la intersección de la Ruta 19 y el camino a San Carlos Centro.


“Comando Ramus” y “Perón o muerte” se leía en el frente de la comisaría, junto a la sigla “VP”, superpuesta, sinónimo de “Perón vuelve”, lo mismo en el Banco y el Juzgado de Paz, accionar evidentemente gramsciano, pues los extremistas eran comunistas infiltrados en el peronismos con la única intensión de intentar generar consenso popular, ya que como décadas más tarde bien confesó el filósofo judío marxista José Pablo Feinmann “si no nos hacíamos peronistas, no nos daba bola nadie”…


La acción de los extremistas motivó una reunión de urgencia en el cuartel central de la Policía de Santa Fe, a la que acudieron su titular, el inspector general Teodoro Perrone, el jefe del distrito militar de Las Colonias, coronel Héctor Jorge Iglesias junto a su jefe de Inteligencia, teniente coronel Oscar Rotta, quienes manifestaron su preocupación por los sucesos acaecidos y procedieron a elaborar un programa de acción destinado a contrarrestar futuras incursiones.


Ese mismo día, fue puesto en marcha el operativo de rastreo y se efectuaron los primeros allanamientos en la ciudad de Santa Fe y sus alrededores, al tiempo que el juez de Instrucción, Dr. Carlos Miella, labraba el sumario correspondiente, ya que hasta los indultos de terroristas por parte del Presidente Héctor Cámpora, la disolución de la CAFEPE (CÁmara FEderal PEnal), el asesinato del juez Quiroga a manos de terroristas y el exilio de los jueces que cumplían con su deber (hoy todos ellos detenidos inconstitucionalmente), al extremismo se lo combatió policial y judicialmente, cambiando todo a partir del los constitucionales Decretos 261/75, 2770/75, 2771/75 y 2772/75 (a pesar de lo cuál ¡incluso luego, y hasta durante el Proceso!, se accionó judicialmente contra terroristas).


Al día siguiente, 2 de junio, los primeros de los extremistas que habían participado en el asalto ya habían sido detenidos, y estos a continuación confesaron el suceso, y aportaron datos para lograr la detención de sus cómplices, que poco a poco fueron cayendo en manos de la Policía de la Provincia de Santa Fe, y puestos a disposición de la Justicia.

 

 

Fuente: Diario El Litoral/ Hemeroteca Digital de la provincia de Santa Fe/ Pueblo chico, infierno grande. Los desaparecidos y la memoria en la “pampa gringa” de Maria Virginia Pisarello, y Jorgelina Beltramone/ “Operación Primicia” de Ceferino Reato.