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Las dos “i” de kirchnerismo: intervención e ideología

Los cupos administrados para exportar vaca a China y los límites al maíz demuestran que el Gobierno sigue en el camino intervencionista, a riesgo de seguir confrontando con el agro.

Así como se dice que los jueces hablan por sus sentencias, a menudo es posible develar las reales intenciones y motivaciones de quienes gobiernan al leer disposiciones, resoluciones y demás textos normativos que firman y publican a diario.

El pasado martes, el Boletín Oficial de la Nación amaneció con el decreto número 700 rubricado por el presidente Alberto Fernández en lo que va del año. Un número redondo que es simbólico en relación con un hecho también simbólico de su gestión en 2021: la intervención del mercado de la carne bovina.

En uno de sus párrafos, el documento señala de manera textual: “El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca administrará y determinará hasta el 31 de diciembre de 2021 el total de toneladas exportables para aquellas mercaderías cárnicas de origen bovino no incluidas en el artículo precedente”.

Una rápida búsqueda de sinónimos de administrar y de determinar es elocuente: dirigir, disponer, fijar, prescribir. En resumen, un mojón más dentro del camino intervencionista sobre el cual el Gobierno, pese a la derrota en las elecciones primarias, eligió seguir acelerando, en lugar de pisar el freno o al menos bajar un poco la velocidad, para no chocar –otra vez– con el agro.

El decreto fue el paraguas que enmarcó la resolución en la que el kirchnerismo mostró a plena luz que no puede abandonar ese vicio de intervenir: la liberación de exportación de carne de 140 mil vacas que había sido prometida a la Mesa de Enlace fue apenas aflojar un poco el cepo. Se distribuyó sólo entre una tanda determinada de frigoríficos, y con cupos fijos, lo que incluso hace presagiar que el volumen realmente embarcado a China será inferior al propuesto.

Contra los ataques por mantener este comercio exterior “administrado”, la defensa oficial fue remarcar que este año será el segundo mejor de la historia en exportaciones de carne vacuna. Tan cierto como que antes de la intervención el nivel de embarques venía a ritmo récord y que, después de la misma, los precios internos estuvieron lejos de bajar lo que se esperaba.

Las matemáticas, que no mienten porque son una ciencia exacta, volvieron a mostrar que cerrar exportaciones no desalienta la inflación ni eleva el consumo. También podrían haber repasado la historia, que es una ciencia social: lo que ahora no funcionó, ya antes no había funcionado.

Pero el Gobierno de científicos –que ya no usa ese lema, por cierto– eligió la ideología y ahora pretende que la hinchada crea que, con todo a favor en el campeonato cárnico global, es una buena decisión haberse presentado a jugar con ocho y perder oportunidades de golear.

En paralelo, la decisión de la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios de cerrar de manera tácita las exportaciones de maíz cosechado en la última campaña embarró aún más la cancha.

Y, nuevamente, la claridad científica de los números chocó contra la nebulosa de la ideología. El Gobierno, de manera discrecional, estima un saldo exportable del ciclo 2020/21 de 38,5 millones de toneladas, sobre una producción maicera total (incluido el cereal de uso forrajero) de 60,5 millones. Esto sobre la base de suponer 17,5 millones destinadas a consumo animal y 3,85 millones para molienda y producción de semillas, más 5,88 millones de stock provenientes de la campaña anterior.

Pero otras fuentes, como la Bolsa de Comercio de Rosario, calculan que la demanda forrajera interna apenas llega a 12,4 millones de toneladas y es el 75 por ciento de un consumo doméstico total que rondaría 16,5 millones de toneladas.

A esto hay que sumar 6,53 millones de toneladas que quedarían en stock, sin que se entienda bien por qué es necesario acumular más existencias del cereal en el marco de una alta demanda global.

La respuesta parece ser no más que una: si kirchnerismo fuera una sigla, probablemente las dos “i” serían de las palabras “intervención” e “ideología”.

 

Por Favio Ré | Agrovoz