A 80 años de un accidente aéreo que conmovió a Colonia San José

El vuelo partió desde Santo Tomé en la mañana del 6 de agosto de 1945. Cayó minutos después en una zona rural de la colonia San José, en el departamento Las Colonias. Dos jóvenes pilotos perdieron la vida en el acto.
La mañana del 6 de agosto de 1945, a las 10.30, despegó desde las instalaciones del Aero Club Santa Fe, en Santo Tomé,una aeronave Piper L.V.C.H.A., propiedad de la institución.
El piloto era Alfredo Gabriel Gisondi, argentino, de 28 años, casado, aviador recientemente habilitado. Lo acompañaba como copiloto Rafael Luis Norberto de Olazábal, de 27 años, también argentino, soltero y con mayor experiencia de vuelo.
Según consta en el parte policial y en los testimonios recabados en el lugar, el destino era la ciudad de San Francisco, Córdoba, donde Gisondi pensaba inspeccionar un avión que le interesaba adquirir.
Por ese motivo invitó a Olazábal a acompañarlo: su mayor antigüedad como aviador podía serle de utilidad en la evaluación del aparato.
El despegue se realizó sin novedades. Sin embargo, unos diez minutos después, el avión sería visto por varios testigos realizando maniobras de riesgo sobre la zona rural de San José, en el límite entre los distritos de San Agustín y Franck, en el departamento Las Colonias.

Maniobras arriesgadas y caída
Según relataron los testigos presenciales, entre ellos los hijos de Amable Vda. de Bertone, dueña de una finca ubicada a unos 40 metros del camino público, el avión comenzó a ejecutar evoluciones en el aire a muy baja altura.
También se encontraba en el lugar el agricultor Domingo Tailler, quien estaba ensillando un caballo en el patio. Poco después, vieron cómo el avión se inclinaba en picada y parecía dirigirse hacia la casa. La maniobra fue brusca e imprecisa.
El avión rozó el techo de la finca y las copas de un árbol paraíso, lo que provocó la pérdida de parte de un ala, cuya sección quedó desprendida sobre la vivienda.
Pese a ello, la nave continuó volando en línea recta durante unos segundos, ya a muy baja altura, hasta que impactó contra otro árbol y se precipitó en un campo abierto, a unos 30 metros de la casa.
En el momento del impacto, el tanque de gasolina explotó, y el combustible encendido se propagó rápidamente, envolviendo al aparato en llamas.

Intento de rescate
Seis de las ocho personas que se encontraban en la finca corrieron al lugar del accidente. Provistos de baldes de agua, intentaron sofocar el fuego con medios rudimentarios, sin éxito. A pesar de la rapidez de su reacción, el incendio ya se había extendido por todo el fuselaje.
El fallecimiento de los dos ocupantes fue inmediato, producto del impacto y de las múltiples fracturas. Los intentos de apagar el fuego permitieron únicamente evitar que los cuerpos resultaran totalmente carbonizados. Así lo confirmó más tarde el personal policial y técnico presente en el lugar.
Intervención de la policía
Dos de los hijos de la señora Bertone se dirigieron a la comisaría de San José, donde dieron aviso al auxiliar Celestino Bouvier, quien se presentó en el lugar para las actuaciones de rigor. También fue notificada la Jefatura de Esperanza, que envió al titular de la repartición y a su secretario.
Pasadas las 14.30, los cuerpos fueron trasladados a las instalaciones del Aero Club, donde se instaló la capilla ardiente.

La inexperiencia del piloto
Las primeras conclusiones, basadas en el relato de los testigos y en las observaciones técnicas, apuntaron a una maniobra imprudente ejecutada a baja altura. Gisondi había obtenido su brevet de aviador civil hacía pocos meses.
Desde el Aero Club lo consideraban un piloto capaz, pero inexperto, y los relatos coinciden en que intentó realizar una acrobacia aérea (posiblemente una picada) sin tener margen suficiente para maniobrar.
Cuando intentó recuperar el control del avión, ya se encontraba demasiado cerca del suelo. El primer impacto con el árbol paraíso, que desprendió parte del ala, comprometió la estabilidad del aparato.
A los pocos segundos, y tras un segundo roce con otro árbol, la nave perdió sustentación y cayó. No hubo posibilidad de reacción ni para el piloto ni para su acompañante.
Un accidente eclipsado por otro vuelo
Ese mismo 6 de agosto, apenas unas horas después, los diarios del mundo se volcaron a una noticia de proporciones históricas: un avión estadounidense B-29, el Enola Gay, había arrojado una bomba atómica sobre Hiroshima.
Fue el día en que la humanidad entró en la era nuclear. Aunque el accidente de San José fue ampliamente cubierto por El Litoral, esa tragedia local quedó opacada por la magnitud de la noticia internacional.
Por Juan Ignacio Novak