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Economistas proyectan para 2017 un 2% de crecimiento y 23% de inflación

La mayoría de los analistas bajó sus pronósticos tras la magra evolución 2016. En año electoral, prevén impulso del mercado interno, de la mano de salarios y obra pública.

Frente a un 2016 que terminó con más debilidades que fortalezas en términos económicos, las esperanzas ahora están puestas en el año que acaba de comenzar. Inflación más controlada, recuperación del salario real, reactivación de algunos sectores pese a un contexto internacional desfavorable y tipo de cambio controlado es lo que espera la mayoría de los analistas para el 2017.

Sin embargo, nadie cree que la actividad avance 3,5% como proyectó el Gobierno en la ley de Presupuesto. Tampoco que el alza de precios sea del 17%. La clave para que la rueda comience a girar –aseguran los economistas– es que el consumo empiece a traccionar, algo de lo que pocos dudan debido a tratarse de un año electoral.

Las menores expectativas en torno al nivel de crecimiento previsto se basan en que el año pasado cerró peor de lo inicialmente esperado. De esta manera, el arrastre estadístico negativo le pondrá un techo al alza del PBI.

“Creemos que es probable que la economía haya tocado piso en el cuarto trimestre de 2016 y que se recupere en el primero de este año. Esperamos un crecimiento de 2,5%”, aseguró el economista Federico Muñoz. Según su visión, los motores serán la recuperación del salario real, la moderación de la inflación, el blanqueo, la obra pública y el campo.

Marina dal Poggetto, del estudio Bein & Asociados, afirmó que mantienen el escenario base de crecimiento de 5% planteado desde el año pasado, aunque también armaron uno alternativo, en el que el PBI crece 2,9%. La previsión más optimista contempla recuperación del salario por encima de una inflación anclada en el tipo de cambio, sumada a un repunte de la obra pública. “Es el escenario que necesita el Gobierno para ganar las elecciones”, aseguró la economista. Sin embargo, si la volatilidad global escala y la política se ve forzada a tolerar una mayor flexibilidad cambiaria, el situación será otra, advierte. En este caso, el tipo de cambio subiría más, la inflación se aceleraría y se limitaría así la recuperación del salario real y del consumo. El crecimiento dependería exclusivamente del fuerte rebote de la obra pública, para la consultora de Bein & Asociados.

Por su parte, el economista Javier Alvaredo, de la consultora ACM, señaló que el 3,5% de crecimiento previsto en el Presupuesto “hoy parece optimista” y que su estimación oscila entre el 2 y el 2,2% por efecto del agro. “Hay indicios de que la economía pareciera estar tocando piso, pero no hay pruebas concretas. El verano va a estar dominado por la incertidumbre que imprime el comienzo del gobierno de Trump en Estados Unidos y las medidas que va a tomar el Gobierno para encarrillar la situación fiscal”, sostuvo el analista.

El dato positivo es el exitoso blanqueo, que podrá ayudar a cubrir buena parte del programa financiero de los primeros meses del año. “Si sumado al blanqueo, lo de Trump no es tan dramático, podremos tener una sorpresa positiva”, precisó Alvaredo.
Economía & Regiones espera un escenario base para este año con un crecimiento de 1%, que podría llegar a 1,5% o 1,8%, dependiendo del contexto externo y el acceso al financiamiento internacional.

Para Ecolatina, el escenario más probable es “una recuperación acotada del PBI, del 3,2%, con una importante desaceleración de la inflación (23%)”. El rebote de la economía este año llegará de la mano de la mejora del poder adquisitivo de las familias, tan resentido durante el 2016 por la aceleración inflacionaria. Apuntalar el consumo se vuelve aún más necesario debido al negativo contexto internacional y a que la inversión tarda en concretarse.

En ese sentido, el objetivo del Gobierno –aseguran los economistas– deberá ser consolidar la desaceleración inflacionaria y lograr que los salarios se pacten en función del alza de precios futura pero garantizando una recuperación real del poder de compra. De esta manera, habrá mayor consumo y ello alentará el crecimiento.

Pero nadie cree que la inflación del 2017 sea del 17% como prevé el Gobierno porque “exigiría una política monetaria demasiado contractiva”, sostuvo Muñoz.

Los más optimistas hablan de 20%. Pero el consenso de los economistas pronostica un alza de precios de entre 23% y 25% y paritarias en esa línea o algunos puntos más.

Sobre el tipo de cambio, el mercado no prevé corrimiento bruscos. El año electoral exigirá estabilidad del dólar para evitar ruidos y mantener a raya la inflación. Si existiera demasiada volatilidad externa, será decisión del Banco Central si intervenir o no para evitar sobresaltos.

Por Natalia Donato