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San Carlos, una ciudad paralizada por el clásico

Debieron transcurrir 53 años para que Argentino y Central se vuelvan a ver las caras en el marco de la Copa Santa Fe. El encuentro se jugará desde las 15.30 en el Rogelio Fedele.

Un fin de semana fantástico vivirá el fútbol de la región con el clásico de San Carlos. 1966, 53 años. De aquel entonces, es la data correspondiente, del último partido de Argentino de San Carlos y Central San Carlos, entre sí.

Luego, sus caminos se separaron definitivamente y lo hacen en distintas ligas.

Muchos condicionantes se dieron para que hoy los vuelva a cruzar: ambos son campeones en la última temporada, y el fixture en la Copa Santa Fe les dio la posibilidad de cruzarse. Es por ello, lo que parecía utópico, hoy es una realidad.

Muchas décadas de tenerse muy cerca, como nadie, pero no cruzarse. Hoy los vuelve a encontrar en una situación ideal. Ambos equipos están confiados, están convencidos que pueden pasar y llegar a jugar con Colón en la cuarta fase del certamen provincial.

La expectativa de toda la ciudad está plasmada en cada esquina, bar, negocio, reunión familiar o de cualquier índole. El clásico se siente y se vive desde el momento que el tino consiguió la clasificación en Santo Tomé ante Independiente.

El Rogelio Fedele será escenario para el encuentro de ida, el próximo sábado a las 15.30. Se está un marco multitudinario, en la cual ambas parcialidades agoten la cantidad de entradas a disposición para la venta. Las instalaciones estarán colmadas, por lo que también habrá un importante operativo de seguridad dispuesto por el Ministerio de Seguridad de la provincia.

Esta todo dado para un gran espectáculo, esperemos que los protagonistas están a la altura de las circunstancias.

Sin lugar a duda que será un gran fin de semana. Tener estos tipos de encuentros son muy lindos para la liga, y juntos se potencian. Dos ciudades, bien futboleras, como San Carlos y San Justo, tendrán la oportunidad de expresarse y mostrarse como lo que son: pasionales y fanáticas del fútbol nuestro de cada día.

Por Juan Carlos Haberkon