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Con Ian Reutemann, el Lole ya tiene heredero

Sobrino nieto de Lole, tiene 16 años y aún va al colegio, el que promete no dejar. Heredó la pasión por los fierros y en el TC Pista Mouras está dando pasos importantes.

 

Fangio, Reutemann y Froilán González son apellidos con peso fuerte dentro del automovilismo nacional. Hicieron historia para nuestro país fronteras afuera y quedaron marcados a fuego como los ejemplos a seguir. Si bien no alcanzó los cinco títulos del Chueco de la Fórmula 1 y lo máximo conseguido es el subcampeonato con Williams en 1981, el Lole es palabra mayor.

Y quien lo tiene como guía es su sobrino nieto Ian, una de las promesas argentinas. Con 16 años recién cumplidos (los celebró el 7 de marzo), el piloto de Galarza Racing que maneja un Dodge, lleva un gran andar en el TC Pista Mouras (cuarta categoría de la ACTC): en seis carreras acumula tres poles, una victoria en series y un podio, el que consiguió en Toay, La Pampa, por la cuarta fecha.

El santafesino de Humboldt está quinto en el campeonato que lidera Marcos Castro (Ford).

“Me siento muy bien en la categoría. En la primera carrera me costó adaptarme un poco, pero ya vamos entrenando en ritmo. A partir de la segunda tuvimos un buen resultado y en la tercera renegamos para la puesta a punto del auto. Estamos teniendo buenos fines de semana. Estoy ilusionado, no me esperaba tan arriba”, recalcó en Olé otro Reutemann muy tímido, demostrando que no sólo heredó el talento para conducir.

-Con 16 años llevás el entrenamiento de un profesional y hacés muchas cosas que adolescentes no realizan. ¿Cómo tomás eso?

-Yo llevo la vida de un chico normal, con un poco más de trabajo y unas horas más ocupado, ja. Los entrenamientos son bastante intensos, hago gimnasio de lunes a viernes y también algunos sábados. Armamos uno en el segundo piso en mi casa y viene un profesor. También trabajo la parte mental: con Marcelo me enfoco en la concentración, los reflejos, me gusta y me sirve mucho a la hora de las carreras. Al auto, sobre todo, lo toco en el fin de semana.

-Igualmente las pistas las trabajás con el simulador que también tenés en tu casa, ¿no?

-Sí, dos horas y media por día más o menos. Es un volante semi profesional, butaca, pedalera y tiene todos los circuitos del Turismo Carretera y algunos de Europa. Cuando termino en uno, ya me pongo a practicar para el otro. Me ayuda muchísimo para ver los frenajes, las trayectorias. La diferencia de tiempo son cinco segundos, pero es lógica: el juego tiene autos de TC y yo corro por ahora con otros menos potentes.

-¿Y con el colegio cómo haces?

-Voy doble turno. Por la mañana, elegí Mecánica; por la tarde, el resto de las materias. Cuando falto mucho mis amigos me prestan las cosas, trato de estar al día, seguir el ritmo. Mis papás quieren que siga estudiando, que termine el secundario, es una condición obligatoria.

-¿Te gusta estudiar?

-Me cuesta un poco, es que estoy todo el día pensando en los autos… Por ahora vengo bastante bien. Entre Matemáticas y Lengua, la segunda me parece más complicada.

-¿Te interesa después seguir en la universidad?

-Mi primer objetivo es correr de manera profesional en Argentina, eso quiero. Y después esperaré que se presente alguna oportunidad para ir afuera.

-Ya estuviste en el exterior, ¿cómo fue esa vivencia?

-Muy buena. Empecé a correr en karting a los cinco años y de ahí no paré. En 2017 fui a Brasil a probar un Fórmula 3, después estuve en Italia en la Academia de Ferrari con un Fórmula 4 y luego me subí a un karting en Alemania con la Academia de Mercedes. Ahí quedé y el año siguiente corrí en el campeonato alemán. Hice cinco fechas solamente por complicaciones con el presupuesto, pero anduve bien: en una terminé quinto con récord de vuelta y en las otras anduve en el pelotón. Había un muy buen nivel, fui el mejor extranjero del campeonato.

-¿Siempre estuviste acompañado por tu papá?

-A Alemania en 2018 fui solo. Si bien fue raro, la experiencia estuvo buenísima. Estuve ayudando en el equipo, daba una mano con algunos AMG (NdeR: autos de Mercedes) y kartings. Como hay gente de todo el mundo se habla inglés, así que no tuve problemas.

-¿Qué se siente al manejar esos autos?

-Es algo increíble. En Ferrari viví momentos muy lindos, me subí al auto que usó Charles Leclerc en el GP2.

-Justamente el monegasco es tu referente internacional…

-Sí. Destaco todo lo que consiguió a su edad (Leclerc tiene 21 años y suma un tercer puesto en la F-1). Seguir los pasos de él sería muy importante, es un buen ejemplo.

-Como el Lole…

-Sí, por supuesto.

-¿Ves carreras de él? ¿Qué trato tenés?

-Sinceramente no busco. Si pasan alguna carrera de Fórmula 1 vieja, sí me quedo mirándola. Hablo muy poco. Por un problema de salud que tuvo, hace mucho que no hablamos. Mi papá tiene un poco más de diálogo y lo mantiene informado de lo que vamos haciendo en el automovilismo.

-¿Te dio algún consejo?

-Mucho no, porque como él mismo me dijo, las cosas cambiaron muchísimo de cuando él corría a ahora. Las épocas son distintas y no tenía mucho para explicarme.

-¿Sentís que el apellido Reutemann te podría pesar en algún momento? Hay muchos deportistas a los que les ha costado, que lo sintieron como una carga y no rindieron acorde a lo esperado.

-No. Yo hago mi camino, él hizo el suyo. Igualmente ser Reutemann ayuda mucho. Por ejemplo, cuando fuimos al museo de Ferrari y presentamos los documentos en la entrada nos preguntaron si éramos parientes de él (Carlos corrió para la escudería italiana desde 1976 hasta 1978, año en el que fue tercero). Al decir que sí, nos hicieron entrar gratis y llamaron al jefe del lugar, que nos saludó y nos acompañó durante la visita. Esperemos que las puertas se me sigan abriendo.

-Tenés apenas 16 años y corrés con pilotos que son mucho mayores. ¿Sentís que la edad es importante a la hora de subir al auto?

-Con el más grande en el TC Pista Mouras tengo una diferencia de 43 años (Eduardo Bracco tiene 59) y hay mucho respeto de parte de todos. Ellos para mí y yo con ellos. No creo que sea algo muy importante: cuando estamos en la pista, detrás de un volante, somos todos iguales.

Si bien para ir al pueblo a comprar agarra la bicicleta (por su edad todavía no tiene el registro de conducir), en la cabeza de Ian hay autos las 24 horas. Son el motor de su vida y lo lleva en la sangre. El Lole ya tiene heredero.

“Es muy especial”

“Es un tipo muy especial. Tenemos buena relación y lo mantenemos al tanto como él nos pidió cuando estuvimos en su casa, pero nunca le hemos pedido nada de nada porque tenemos un poco de temor por cómo lo pueda tomar. Es una persona muy parca, nunca le abrió puertas en el automovilismo a nadie. Nosotros lo admiramos en la parte deportiva y también cómo se comportó en la política. Es un señor con todas las letras. Me da miedo que piense que lo queremos usar, no me gustaría que se sienta así. Tratamos de hacer nuestro camino. Para nosotros es un orgullo y su carrera es un ejemplo a imitar. No nos queremos colgar de eso para que Ian llegue”.

Mauricio se describe como clase media baja, dueño de una pequeña fábrica de productos de limpieza. “Queremos que Ian se esfuerce, es algo que le trasmitimos: me levanto a las 5 de la mañana. Él corre gracias al esfuerzo de muchísima gente”, sentencia el padre.

Por Mauro Mariani