Fundada un 25 de mayo de 1922, la institución se fue transformando con el correr de los años en un símbolo para la localidad. La Asociación Amigos del Museo Histórico de la Colonia y el Centro de Estudios e Investigaciones Históricas de Humboldt, realizó un breve resumen de su historia que compartimos a continuación.

Este lunes la Biblioteca Popular Beck-Herzog de Humboldt celebra sus 98 años de vida. Es por ello que la Asociación Amigos del Museo Histórico de la Colonia y el Centro de Estudios e Investigaciones Históricas de Humboldt realizaron un resumen de los acontecimientos más importantes en su nonagésimo octavo aniversario.

Un poco de Historia…

El 1º de mayo de 1922 se hizo extensa a la comunidad una nota. La misma, entre sus textos, decía:
“…Creemos que ha llegado la hora de proporcionar a nuestra juventud y nuestros hijos un horizonte más amplio de cultura y más de acuerdo con la civilización de nuestros días…”, “…Deseamos pues instituir un centro de cultura y sociabilidad siendo uno de sus fines crear una Biblioteca Popular…”

El 25 de mayo de ese año se realizó una reunión en la Escuela Nacional Nº 37 (hoy Escuela Provincial Nº 6037), en dicha reunión fue labrada el acta fundacional de la Biblioteca Popular “Beck y Herzog”.

Las ideas nacen como puntos luminosos en las mentes de los que son capaces de ver más allá, hacia el futuro, con una perspectiva que amplía metas y disimula escollos, que adquiere empuje y sólo desea concretarse.

Amarillentos ya, los documentos guardan historias del desarrollo de los acontecimientos, para los tiempos en que los forjadores sean etéreos como ideas, y las ideas, realidades concretas que enorgullecen a quienes transitan por la vida.

Dicen los testimonios escritos que el año 1922 fue el tiempo propicio para que el movimiento inicial se concretara.

Cuando la inmensidad de la pampa semejaba una alfombra extendida en aromas y trinos, los recién llegados, azules los ojos de sueños, dejaban libre el pensamiento para encontrar rumbos ciertos que los convirtiera en el pueblo fuerte y poderoso que deseaban. Así labraron redes entrelazadas que conforman un diseño sólido, cimiento duradero para mucho más adelante, cuando la pampa dejara de ser tal para ceder su espacio al progreso y desarrollo, estandarte tras el cual no escatimaron esfuerzos.

Ellos sabían que había ingredientes claves para lograrlo. Tales la educación, nutrida en fuentes claras y fidedignas: los libros.

El 1º de mayo de 1922, una invitación que decía entre otras cosas “… creemos que ha llegado la hora de proporcionar a nuestra juventud y nuestros hijos un horizonte más amplio de cultura y más de acuerdo con la civilización de nuestros días..”, “…Deseamos pues instituir un centro de cultura y sociabilidad siendo uno de sus fines crear una Biblioteca Popular…”, esto fue el convocante para el primer encuentro. Esta reunión se llevaría a cabo en la Escuela Nacional Nº 37 (No en el edificio que ocupa actualmente dicha escuela –ahora provincial-, sino en el ex edificio del Instituto Secundario “Centenario de Humboldt”, hoy demolido). Firmaban la nota Martín Stessens (Juez de Paz), Vital R. Andino (Director de la Escuela Nacional Nº 37, Rodolfo Hunzicker (Presidente de la Comisión de Fomento), Santiago Cattaneo (Comisario de Policía), Felipe Reinhardt (Presidente de la Comisión Escolar).

El esplendor de la tarde recién estrenada (Eran las trece – 1 P.M.. de un 25 de mayo), los encontró redactando el acta fundacional, tal lo expresado según consta en la documentación existente. Así nacería la Biblioteca Pública y los fundamentos dicen:

• Crear una biblioteca de carácter Popular.

• Propender al progreso y mejoramiento de las escuelas públicas comprendidas en el radio de la Comisión de Fomento.

• Cooperar a favor de las autoridades, en caso oportuno y para bien del pueblo.

• Iniciar o apoyar todo proyecto que signifique un progreso material o moral para el pueblo, y remover todo obstáculo que hallándose a su alcance, entorpezca o atente contra la cultura y moralidad de sus habitantes.

El recuerdo de los pioneros, que de uno u otro modo aportaron para el nacimiento y crecimiento de Humboldt, fue siempre un culto obligado en la memoria agradecida de los que continuaron la obra; por eso surgió el nombre: BECK-HERZOG, en honor a aquellos fundadores de este pueblo.
El nacimiento de la Biblioteca Popular Beck-Herzog de Humboldt, significó un hito importante, testimonio del espíritu que imperaba en sus creadores.

Asistieron a esta asamblea en la cual queda asentada el acta de fundación: Martín Stessens, Vital R. Andino, Valentín Jennerich, Santiago Cattaneo, Sixto Bayer, Francisco J. Vega, Tomás Gonzalez, Felipe Reinhardt, Enrique Jennerich, Rodolfo Hunzicker, León Millá, Santiago D. Gadient, Félix C. Sanglerat, Pantaleón Esquivel, Enrique Venger, José Palmero, Alfredo Weidmann, Angela Giussani, B. Gavazzi, Manuel Wettstein, Juan Holinger, Miguel Milesi, Carlos Konig, Roberto Bigatelli, Germán Weidmann, Gaspar Weder, Benjamín Alvarez, Lina Egli, Enrique Peltier, Zelmira Tilatti, Pablo Domit, Italia Tilatti, Valentín Jennerich (h), María Isabel Morbelli.

Organización

Era necesario tener una buena organización que permitiera el funcionamiento ordenado, para canalizar las tareas de forma efectiva hacia los objetivos y no perder tiempo, que hace falta para las tareas cotidianas. Se necesitaba crear una comisión que se encargara de redactar los Estatutos para regir la institución.

La misma quedó formada ese mismo día con carácter provisorio y estaba integrada por: Presidente: Martín Stessens.
Secretaria: María Isabel Morbelli.
Tesorero: Valentín C. Jennerich (h).
Vocales, Vital Andino y Miguel D. Milesi

También se estableció que el local sería el salón Nº 2 de la Escuela Nacional Nº 37 (ex Secundario).
Los asociados se reunieron en Asamblea el 3 de Agosto de 1922 para leer y aprobar los estatutos. Tal como afirman, se inspiraron en los de la Biblioteca de Esperanza, adaptándolos a características socio-culturales del lugar. Los mismos tienen vigencia hasta la actualidad, constan de 17 capítulos con 94 artículos.

Quedan así sentadas las bases de la nueva institución, dejando impreso en las páginas de los mismos el espíritu de quienes lo gestaron, “No existe ley mala para el hombre bueno, ni ley buena para el malo”.

Sólo hacía falta el nombre de las personas para la formación de la Comisión definitiva y es así que la misma quedó formada por:
Presidente: Martín Stessens.
Vicepresidente: Francisco J. Vega.
Tesorero: Alberto Weder.
Protesorero: Federico Fladung.
Secretario, María I. Morbelli.
Pro – secretario: Vital Andino.
Vocales: Santiago Cattaneo, Emilio Falkemberg e Italia Tilatti.
Vocales suplentes: Valentín Jenerich (h), Germán Weidmann y Filipina Haggemann.

Logotipo

Pocas palabras bastaron a la lúcida mente de Don Vital Andino, quien se desempeñara desde el año 1921 hasta el año 1932 que se jubila como Director de la Escuela sede de la Biblioteca, para resumir el espíritu que regía el recinto;

El conjunto representa la Filosofía o Ciencia de los Principios (Aristóteles), símbolo de la sabiduría y el conocimiento de las Leyes Naturales.

El tetraedro tiene cuatro triángulos, a cada uno de los cuales corresponde el emblema de uno de los cuatro preceptos fundamentales que debe practicar el hombre. Es el símbolo odeontológico o de moral científica. Cada término encierra en sí, virtuosismo que requiere de fortaleza, decisión, claridad, y grandeza humana.

Camino al andar…

Senderos de luz comenzaban a brillar, a partir de la fecunda semilla que germinaba dispuesta a acrecer. En las mentes de aquellos, ese apretado racimo constituido por volúmenes que atesoraban pensamiento y conocimiento, era la fuente donde los jóvenes abrevarían su sed, para convertirse en fortaleza, capaces de defender y propiciar el futuro. Era necesario ahora mantener encendida la antorcha, alimentar el fruto naciente, brindarle condiciones óptimas para que se mantuviera y creciera a través del tiempo.
Es por eso que el esfuerzo de aquellos que dieron origen y de otros que llegaran para hacer su aporte de entusiasmo, tesón y de entrega, los encontrara el 13 de enero de 1934 formando una comisión de propaganda integrada por Enrique Peltier (primer bibliotecario), Adolfo Weidmann y Jorge Ghione para visitar a personas no asociadas, para hacerlas ingresar a la entidad. Quizás este primer movimiento de asociados tenía en la mira el anhelo mayor “La idea del edificio propio”.

Así el 16 de abril de ese mismo año se empieza a trabajar de manera enérgica para conseguir los fondos necesarios para cumplir el sueño ya que la institución no contaba con demasiados. Se solicita a la Comisión Escolar la construcción de un local adecuado para el funcionamiento de la misma, apoyando dicho pedido con una nota firmada por socios, lectores, y todos los interesados que querían hacerlo.

Dicha moción no encuentra eco, por lo tanto la petición pasó sólo a ser un terreno y es así que el 22 de agosto de 1938 se da entrada a una nota firmada por Andrés Reinhardt (Presidente de la Comisión Escolar), en la cual se ofrece en carácter de donación, un lote de terreno para la construcción de la biblioteca, donde se levanta hoy el edificio.

El primer paso estaba dado, el suelo donde se abrirían los cimientos del futuro edificio había sido conseguido, pero el camino recién comenzaba y el paso debía ser lento y seguro para poder alcanzar la cima. Casi nueve meses después, el 31 de mayo de 1939 se presentan en la Oficina de Subsidios de la Nación, los planos para la construcción del futuro edificio confeccionados por el técnico constructor José Risso de la ciudad de Esperanza.

El 20 de noviembre de ese año se da apertura y lectura de los presupuestos sobre la base del pliego de condiciones para la construcción del edificio. Se presentan tres empresas: Bautista Salvetti, Palermo Hermanos y Alejo Lacour; siendo acreedora de la licitación la empresa constructora Palmero Hermanos, que se compromete a ejecutar la obra por $ 10.950 m/n (pesos siete mil moneda nacional)

El 26 de junio del año siguiente son aprobadas las carpetas, elevadas al Ministerio de Obras Públicas de la Nación por el Ministro doctor Manuel Alvarado, con fecha 16 de febrero de 1940, que resolvió entregar el 60 % del total de lo presupuestado de la obra, o sea $ 7.000 m/n (pesos siete mil moneda nacional) – Decreto 62398, del 13/5/40.
Y llegó el 6 de octubre de 1940 donde se llevó a cabo la colocación de la piedra fundamental y desde ese día, decididos, se dio comienzo a la obra sin contar con seguridad de los aportes solicitados.
Sólo los protagonistas de ese acto saben cómo se llevó a cabo ya que según los documentos y escritos hacen suponer que la buena voluntad de los hacedores del hecho físico, el atraso de las promesas de los fondos, el esfuerzo de los comprometidos a través de festivales benéficos, aportes de la Comisión de Fomento, Comisión Escolar, la usina local de Reutemann Hermanos que daba luz gratis hasta el año 1970 y tantos aportes desinteresados individuales y comerciales hicieron posible que en 1941, la biblioteca tuviera su edificio propio.

El tiempo pasa…

El tiempo transcurrió de aquel año 1941, siempre sorteando dificultades y poniéndose en evidencia el espíritu de esfuerzo y lucha, sobre todo con relación a lo económico, por eso quizás es de destacar casi con exclusividad la construcción del edificio, porque se vislumbra detrás de los documentos y escritos los momentos de alegría y pesar, ya que los escollos a sortear fueron de gran magnitud. Pero no todo fue llevar adelante número de socios y volúmenes, sino también pasó por distintas actividades siempre en relación a la expresión.

Pero llegaron años y momentos duros en la década de 1970, cuando la biblioteca ante la falta de bibliotecario y falta de atención a la misma, cierra su atención al público, aunque interiormente el espíritu sigue vivo. Es en esta época cuando cede en calidad de préstamo 950 libros al Instituto Secundario “Centenario de Humboldt”, para uso de profesores y alumnos, con la condición de que cuando la biblioteca vuelva a su normal funcionamiento, los libros sean devueltos.

Y aparece nuevamente la luz al recinto ya que en 1979 Marcelo Luder, gerente del Banco Provincial de Santa Fe de esta localidad se ofrece para reorganizar desinteresadamente la biblioteca, para que ésta cumpla su normal desenvolvimiento. Y es a partir de esta fecha, hasta la actualidad, que muchas personas fueron tratando de seguir el amplio sendero trazado, rescatar, ordenar y recomponer el tesoro acumulado.
Hoy ocupa su sitial privilegiado, el mismo que infundió su creación, como centro de cultura, tiene entre sus actividades no sólo proveer de material a quienes lo requieran, sino también difundir las raíces de las cuales se nutre.

Nómina de presidentes:

Martín Stessens: 25 de mayo de 1922 hasta junio de 1932 –

Guillermo Galli: 5 de junio de 12932 hasta julio de 1934 –

Alejandro Bircher: 15 de julio de 1934 hasta julio de 1935 –

Juan Miguel Meyer: 13 de julio 1935 hasta julio de 1936 –

Dr. Enrique Schumacher: 15 de julio de 1936 hasta julio de 1938 –

Federico Fladung: 6 de julio de 1938 hasta enero de 1943 –

Alejandro Bircher: 19 de enero de 1943 hasta junio de 1943 –

Dr. Enrique Schumacher: 23 de junio de 1943 hasta julio de 1945 –

Desiderio Goddio: 20 de julio de 1945 hasta julio de 1948 –

Dr. Enrique Schumacher: 19 de julio de 1948 hasta julio de 1951 –

Desiderio Goddio: 11 de julio de 1951 hasta agosto de 1963 –

ItaloZehnder: 2 de agosto de 1963 hasta noviembre de 1965 –

Alfredo Palmero: 4 de noviembre de 1965 hasta Agosto de 1971 –

Federico C. Fladung: 26 de agosto de 1971 hasta octubre de 1979 –

Marcelo Luder: 18 de octubre de 1979 hasta julio de 1980 –

Dr. Alcides Brunas: 30 de julio de 1980 hasta julio de 1983 –

Víctor Zehnder; 25 de julio de 1983 hasta julio de 1986 –

Jorge Gavazzi: 23 de julio de 1986 hasta agosto de 1988 –

Eduardo Kieffer: 17 de agosto de 1988 hasta julio de 1990 –

Gerardo Meyer: 27 de julio de 1990 hasta la fecha. (Transcripción textual de un boletín editado por la Comisión directiva de la Comisión de la Biblioteca Beck- Herzog aproximadamente en la década del 90)