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San Jerónimo del Sauce recuerda al Padre Gabriel Carrón

En su 10° aniversario de fallecimiento queremos homenajear al Padre Gabriel Carrón. Hoy por las redes sociales se presentará un video realizado por la colaboración de los vecinos.

Recordemos que a lo largo de su vida, el padre Gabriel conservó el deseo de llevar adelante acciones nuevas en favor de los más pobres y carecientes. Eligió Santa Fe para trabajar y comprometerse con una realidad social muy distinta a la europea, donde nació, y eligió San Jerónimo del Sauce para quedarse para siempre.

Es por ello que en el marco del 10mo. aniversario la comunidad de San Jerónimo del Sauce realizará un homenaje en su honor y presentará un video realizado en forma colaborativa por la comuna, las instituciones y los vecinos del pueblo.

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Historia

El padre Gabriel Carrón nació en Saint Moritz, Suiza, en 1938. Al menos eso es lo que recordamos de una charla suya, a principios de los ochenta, en la que estuvimos presentes. Era suizo, volvemos a destacarlo, pero el destino, ligado a su labor pastoral, lo trajo a la provincia de Santa Fe, en Argentina, donde falleció el 25 de octubre de 2010. Por decisión propia, su opción fue no retornar a su país definitivamente, sino quedarse en suelo santafesino y a su modo- echar raíces en estas tierras, las que guardan un lazo sanguíneo y cultural muy fuerte con aquel lugar.
Ordenado en 1965, el padre Gabriel llegó a la ciudad de Santa Fe en 1972. Y en 1976, el siempre recordado y ponderado monseñor Vicente Zazpe lo alentó a fundar la pastoral penitenciaria, despertando en él la veta espiritual que lo marcará el resto de su vida.

Tal fue así, que al fallecer, Carrón dejó dos pastorales constituidas, una en el penal de Las Flores y la otra en la cárcel de Coronda. Además, impulsó una comunidad de jóvenes que asegura la continuidad de su obra, gracias a dos fundaciones, una formada en Suiza y otra en Argentina. No sólo recorrió distintos penales de la provincia, también del resto del país y de Latinoamérica (en especial Brasil). También fue a Holanda, generando una conciencia de la necesidad de las pastorales penitenciarias (por ejemplo, recibía en su domicilio a jóvenes suizos, que hacían una experiencia de voluntariado en las dos pastorales penitenciarias locales).

 Junto a los humildes

 De acuerdo a lo que hemos podido leer de él y sobre su obra, el padre Gabriel siempre estuvo junto a los más humildes, y no sólo en las cárceles, sino también en los barrios. En Santo Tomé organizó un grupo que se denominó “Los Vagos de María”; con ellos peregrinó a pie desde la iglesia de Guadalupe en Santa Fe, hasta Itatí, Corrientes.

  Era un amante de los libros y hacía honor al popular dicho: “La lectura es el combustible del pensamiento”. Era un hombre sencillo, de gran corazón, que tuvo una vida dedicada al prójimo. Siempre acompañando al más necesitado, ya que desde el principio de su formación sacerdotal descubrió en el Evangelio la predilección especial de Jesús por los expulsados de la sociedad civil y religiosa de su época.

  Cuando Zazpe lo alentó a seguir su compromiso con los desclasados y desfavorecidos, Carrón primero empezó un trabajo de evangelización con los chicos pobres de los barrios periféricos de Santa Fe. Después, el propio obispo lo invitó a “redoblar la apuesta” y a continuar su misión evangelizadora en las cárceles de la diócesis. Así surgió, en 1979, la Pastoral Penitenciaria Arquidiócesis de Santa Fe, un organismo de la Iglesia Católica que acompaña y visita a los privados de libertad con el objetivo de dignificarlos y alimentar su esperanza.

En el marco de dicha labor, supo decir: “Muchas veces, son los jóvenes de los barrios pobres quienes se encuentran encerrados, al haber expresado de manera violenta su desacuerdo con la situación inhumana que le impone vivir la exclusión social. Existen ocasiones en las que pretendemos ser vía de reconciliación entre los hombres, sabiendo que si alguien se extravía en el camino es malo colocar obstáculos a su retorno”.

Apoyo a los jóvenes

La vida en la calle y las situaciones de exclusión pueden llevar a la cárcel a un menor, a causa de la delincuencia incitada por la pobreza y la miseria. Es muy importante entonces acompañar, apoyar y ayudar a los niños y adolescentes en situación de riesgo. Así pensaba el padre Gabriel Carrón, quien a principios de los noventa ya postulaba que para llegar a un cambio en la sociedad es necesario apuntar a la formación de los más jóvenes. Por eso mismo, en algún momento de su vida empezó a recibir a jóvenes en su casa (a quienes sostenía durante sus estudios), a la vez que recibía a estudiantes suizos, que hacían una experiencia de voluntariado en las dos pastorales penitenciarias locales. Además, como respuesta a toda esta problemática, en el año 2004, con el apoyo del arzobispo José María Arancedo, creó la Pastoral de la Infancia en Riesgo.