Campo

El campo aportó claridad en el medio de la nebulosa

En la nebulosa de la situación macroeconómica y política, una de las pocas actividades que se destaca por su claridad es la agropecuaria, tanto por su capacidad de generar divisas como por su conducta en el pasado.

Uno de los datos sobresalientes de la semana lo reflejó el Banco Central y fue recogido por la Fundación Argentina para el Desarrollo Económico (FADA).

Al analizar el balance cambiario de julio pasado, se informó que nueve de cada diez dólares genuinos que generan los sectores económicos provienen del campo. Se trata de unos 2021 millones de dólares que fueron liquidados en concepto de ventas por granos, harinas, aceites y alimentos, y que representaron el 91% de las divisas.

Como contrapartida, los sectores más demandantes de dólares fueron la energía, las entidades financieras y la industria automotriz, de acuerdo con los principales rubros. El “cliente” que le sigue al agro en la liquidación de dólares es la minería, aunque con una proporción menor, diez por ciento.

Esa es una de las claves por las cuales al país le costará afianzar su equilibrio económico si no incorpora más actividades económicas a la generación de divisas por exportación de bienes y servicios. Es cierto, y favorable, que estén creciendo otros rubros como el de la generación de conocimiento (sistemas o software), pero el campo no puede soportar la carga de “salvar” al país con una buena cosecha.

La sequía que castigó al maíz y a la soja en la campaña 2017/18, y por la cual hubo una merma productiva de 30 millones de toneladas de granos y una caída de divisas por 8000 millones de dólares respecto de lo que podría haber ingresado si hubiera habido una cosecha normal, demostró la importancia del campo, aunque por un suceso desgraciado.

Esos números también se reflejaron en la balanza comercial del país. Las exportaciones de los mal llamados por el Indec “productos primarios” cayeron en julio pasado 23,3% en tanto que las Manufacturas de Origen Agropecuario decrecieron 2,8 por ciento, según informó el organismo.

Si las evidencias sobre la importancia del campo son tan contundentes cabe preguntarse por qué buena parte de los economistas y los políticos creen que la actividad es una fuente inagotable de ingresos.

Esta semana el economista Carlos Melconian no descartó la necesidad de aplicar una suerte de “plan C” en caso de que la negociación entre el oficialismo y la oposición por el Presupuesto no sea lo suficientemente necesaria como para calmar las dudas del mercado de capitales y haya que recurrir a medidas heterodoxas.

Ese programa, describió, consistiría en un dólar mucho más alto que $30 con la aplicación de retenciones a las exportaciones. “No debiera ser un ataque al campo, sino general”, dijo en un hipotético escenario de agravamiento de la crisis. Aunque también aclaró que eso sería transitorio, en la producción agropecuaria se sabe por experiencia que una vez que se aumentan los derechos de exportación pasa mucho tiempo, y más de un gobierno, antes de que vuelvan a bajar.

El otro aspecto en el que la actividad agropecuaria ha tenido una conducta diferente a la de otros sectores es en el político. Eso quedó en evidencia tras la difusión de los “cuadernos de las coimas”. Así lo destacó la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) en estos días: “los mismos empresarios que saqueaban, o hacían de claque en actos públicos, pagaban en sótanos a funcionarios retornos por licitaciones adjudicadas, mientras muchos ciudadanos de bien, a la intemperie, luchábamos para cambiar nuestro país”.

En esa misma época, vale recordar, a los productores agropecuarios y a los dirigentes rurales se los tildaba de “oligarcas”, “agrogarcas” e impulsores de los “piquetes de la abundancia”.

Al final, la oligarquía estaba en las cocheras de los edificios entregando bolsos con dinero y en los despachos de la Casa Rosada, los ministerios y la Quinta de Olivos para recibirlos.

Por Cristian Mira