humboldt: María Rosa Pfeiffer se despide con su obra “La luna y el pozo”
Dirigida por el teatrista Edgardo Dib, la consagrada actriz, dramaturga y directora cerrará hoy desde las 19 horas su tercera presentación en la Sala del Tiro Federal de la localidad. “La luna y el pozo”, es una obra que ella escribiera en 2012 a pedido del prestigioso escritor cubano Francisco Garzón Céspedes.
Tras dos presentaciones a sala llena, María Rosa Pfeiffer cerrará este domingo su obra “La luna u el pozo”, bajo la dirección de Edgardo Dib.
La propuesta cultural tendrá su tercera función esta noche desde las 19 horas, en la Sala Tiro Federal de Humboldt, donde la comunidad de Humboldt celebrará la presentación del nuevo unipersonal de una de sus mujeres talentosas.
Dirigida por el teatrista Edgardo Dib, la consagrada actriz, dramaturga y directora vuelve a escena con “La luna y el pozo”, obra que ella escribiera en 2012 a pedido del prestigioso escritor cubano Francisco Garzón Céspedes, afincado en España desde ya hace 20 años.
Pfeiffer y Dib construyeron una historia de labor conjunta en los 90, cuando escribieron el infantil “Misterios de puro cuento”. Aquella vez el joven Edgardo fue dirigido por la ya reconocida María Rosa. Hoy, los roles se intercambiaron. Pfeiffer, deseosa de retornar a su rol de actriz, convoca a Dib para que la dirija en su texto dramático.
“La luna y el pozo” tuvo una primera aparición escénica hace unos años en formato de espectáculo semimontado, en el marco del “Ciclo Autoras Argentinas” en el Teatro Nacional Cervantes (Bs. As.), aquella vez interpretado por la actriz Raquel Albéniz y dirigido por Paula Etchebehere.
En diálogo con El Cronista de Las Colonias Pfeiffer expresó que volver a la actuación luego de cuatro años y medio, volver a poner el cuerpo en las tablas fue todo un desafío y un proceso de reencuentro como actriz.
“Al estar tanto tiempo sin actuar, si bien estuve dirigiendo actuar es otra cosa. Te realimenta otros roles: el de la escritura y la dirección. Trabajar con Edgardo Dib fue un proceso muy enriquecedor y muy profundo. Se movilizaron muchas cosas en mí. Edgardo es un Director con una gran contención, y una inteligencia e intuición fantástica. Me sentí muy contenida y segura”, afirmó.
La obra
La luna, esa musa de juglares y poetas, está en lo alto. La noche eterna la alberga y la expone. Y una mujer, cuyo nombre no conocemos, se enfrenta a ella imponiéndose el desafío de hacerla bajar de su negrura cósmica y así enterrarla. La luna, culpable de todos sus males, se niega. Entre estrategias vanas para conseguir su imposible deseo, esta mujer cava un gigantesco (¿o diminuto?) pozo en la nocturnidad del jardín de su casa de infancia. Así, en su incansable esfuerzo, quizás arrastrada por el agotamiento y el entrevero de la noche, desentierra momentos de su vida.
Sepias imágenes, recuerdos sin tiempo, dolores de antaño y heridas sin cerrar sobrevuelan el jardín que alguna vez había sido bello. Pero la luna -inquieta, vil, mordida- parece no querer zambullirse en esa madriguera húmeda y sin final. Será entonces cuando esta mujer descubra su propio destino y el encanto de un pozo.