Campo

El vértigo del campo

El sector se consolida como motor reactivador de la economía. Avances y estancamientos a través de una agenda informativa que refleja la dinámica de la agroindustria.

Semana vertiginosa para el campo. Durante estos últimos siete días, la agenda del sector reflejó múltiples noticias: la fugaz visita de los referentes de la cartera agropecuaria nacional a Santa Fe luego del desplante de los tamberos; la confirmación de la reducción del uso de la Siembra Directa y de la tecnología en el campo; un 55 por ciento de la soja santafesina afectada por El Niño; alarma por las casi 4 millones e hectáreas de campo cordobés bajo agua (que tarde o temprano escurrirán a Santa Fe); la sanción unánime a un proyecto de ley de promoción de la maquinaria agrícola; la inauguración de una nueva terminal portuaria en Bahía Blanca; y “Bautista”, que se transformó en el ser el primer animal en ingresar al predio palermitano, anticipando una nueva edición de la Rural de Buenos Aires.

El dato político pasa por la presencia del presidente de la Nación en los festejos por los 150 años de la Sociedad Rural, en la inauguración de dicha terminal en el sur, y en los festejos por otro cumpleaños de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

Para el Presidente, el campo ahora va a terminar empujando el despegue de otros sectores de la economía. “El campo es una fuerza imparable”, manifestó Macri, quien volvió a destacar “su desarrollo y su vértigo”. También anticipó que se transformará en el primer mandatario en retomar la costumbre de inaugurar la Exposición Rural luego de 14 años.

Las economías regionales, sin embargo, siguen igual que con Cristina. La falta de reactivación de las exportaciones mantiene vigentes las situaciones de quebranto de muchos sistemas productivos.

Los funcionarios de la cartera agropecuaria nacional, en su paso por la cuenca lechera, se encargaron de aclarar que no hay más plata para revertir la crisis de los tamberos. Sin embargo, los $ 2.500 millones para el Fútbol Para Todos demuestran que en materia de política de Estado, es difícil consensuar las prioridades.

Por Federico Aguer