Campo

Pasan las lluvias y los caminos rurales vuelven a ser un problema

No hace falta que se den lluvias excepcionales para volver a descubrir las materias pendientes.  En la cuenca lechera central en estos días cayeron algo así como 30 milímetros en promedio y uno de los mayores problemas del campo volvió a ser visible.

Fueron lluvias y lloviznas, nada extraordinario, pero con unos cuatro días de precipitaciones el barro y la humedad hicieron resurgir toneladas de barro que son por las que circula toda la producción nacional.

Varias veces mencionado en este medio, los caminos rurales están casi en iguales condiciones a las que tenían los pioneros, en aquel momento no estaban forestados y hoy están deforestados, pero con escasas cunetas, nada de mantenimiento y mucho menos arenado, ripiado o pavimentación o afirmado alguno.

Que la lechería esté estancada no sólo es obra de precios que no alcanzan, de políticas que jamás responden a las necesidades del sector, o de la mala vinculación sindical, sino que la falta de infraestructura es fundamental en el caso.

Que los tambos no tienen sombras, ni aguadas suficientes para hacer frente a veranos cada vez más crueles con las razas lecheras es una parte de la verdad, tranqueras adentro. Pero tampoco hay lotes altos en cada campo para ubicar a los animales en tiempos de barro.

Los caminos internos de los tambos no tienen firmeza ante la lluvia y así los equipos de frío se colman esperando de alguna manera ser vaciados, con suerte una vez cada dos días.

Pero esto es una criterio que cada productor debe evaluar, en lo fundamental de su negocio. Sin embargo, lo que pasa afuera del alambrado debería estar en marcha. Con pagos de tasas viales, de impuestos rurales cada vez más elevados, e incluso de las alícuotas comunes que muchos pagan por sus casas en el pueblo más cercano, deberían hace décadas haber sido volcados en parte para el mantenimiento y mejora de los caminos rurales.

El barro es sinónimo de estancamiento y pega tanto como el calor. La leche que no sale del tambo se termina perdiendo y esos son litros, pero también es dinero.

Muchos arman con algún tanque, en un carro tirado por un tractor algún mecanismo para poder llegar a los camiones cisterna que esperan a la vera de las rutas. Pero la distancia juega un papel fundamental, sobre todo para los que hacen al motor socio-económico del interior más profundo de las provincias lecheras.

Algo se hizo en Buenos Aires, con mucho aporte nacional en estos años.  Córdoba tiene un relevamiento estratégico de tambos y quiere avanzar en la mejora de caminos troncales, pero Santa Fe no hace nada.

Meses atrás el Nodo Pilar, compuesto por la Cooperativa Guillermo Lehmann, la Universidad Nacional del Litoral y CREA Santa Fe hicieron un trabajo por demás interesante.

Fue presentado al Ministerio de la Producción de Santa Fe, pero el Director Provincial de Vialidad lo desconocía mucho tiempo después.

Las necesidades del campo son estructurales y de ser resueltas pueden colaborar con el avance de las de todos los santafesinos. De todas maneras si nuestras rutas pavimentadas en el siglo pasado están en malas condiciones, es difícil esperar que un camino rural tenga mantenimiento o mejora alguna.
Ojalá cobre importancia lo urgente y de esta manera se avance de manera conjunta y para beneficio de todos.

Por Elida Thiery